SENTIRSE MAL, SENTIRSE BIEN

Esta técnica se utiliza para que los padres aprendan a conocer los sentimientos de sus hijos y que sus hijos aprendan a expresar sus sentimientos. La idea es que juntos desarrollen soluciones ante los conflictos de la vida cotidiana para poder hacer la convivencia más placentera para ambos. 

Inicialmente la técnica fue creada para utilizarla con niños adoptivos con problemas.  En este caso, los niños adoptivos no tienen creado un vínculo (apego) con sus padres adoptivos, y es por eso que se creó se creo la técnica Sentirse mal, sentirse bien.

¿Cómo se desarrolla el vínculo entre padres e hijos?

El vínculo se empieza a desarrollar desde el momento en que el bebé nace y tiene su primer contacto con la madre. La madre atiende a sus necesidades primarias, le da afecto y toda su atención. El vínculo se sigue desarrollando a través de la infancia por medio del contacto con la madre o los cuidadores primarios, el tipo de vínculo que se desarrollará entre madre e hijo o cuidadores primarios depende de qué tanto estas personas atiendan las necesidades primarias y de afecto del bebé.


En la actualidad su uso se extendió y se implementó la aplicación con adolescentes. La adolescencia es una etapa de desarrollo que implica cambios físicos, cognoscitivos, emocionales y sociales. En esta etapa el joven se encuentra definiendo su identidad y su autonomía, por lo tanto, es una etapa comúnmente conflictiva entre padres e hijos. En este caso se utiliza la técnica para que los padres aprendan a identificar los problemas, sentimientos y emociones de sus hijos. En el caso de los adolescentes, aprenden a expresar sus emociones, sentimientos, ideas e incertidumbres. 
La meta es que entre padres e hijos aprendan a encontrar soluciones funcionales para ambas partes, por ende, evitar futuros conflictos, fortalecer el vínculo entre padres e hijos y que ambos aprendan a convivir de una forma más sana.

¿En qué consiste la técnica?

Primer paso:

La técnica es guiada por un terapeuta y consiste en pedirle al adolescente que exprese lo que le gustó de su madre (o persona presente) durante la semana, luego se le pide a la madre que haga lo mismo. Acto seguido, se le pide al adolescente que exprese lo que le disgustó durante la semana, de igual manera se le da la oportunidad a la madre. La idea es que cada uno respete el turno de hablar de cada quien para poder ser escuchado.  Luego, se elige el problema con el que se va a trabajar y se les pide que elaboren una lluvia de ideas para solucionar el conflicto. Al final deben elegir una de las soluciones en donde ambos salgan beneficiados. 


Segundo paso:


Se les pide que realizan un juego diádico, en el cual ambos tienen que interactuar y ayudarse mutuamente (ej. Hacer figuras de origami). Esto les sirve para liberar la tensión generada en el primer paso.

Tercer paso:

Se le da la opción al adolescente de jugar con otros juegos preparados previamente por el terapeuta, en esta ocasión, el adolescente decide si quiere jugar solo o con la persona que lo acompaña.





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